Editorial: ¿Un emergente imperio chino?

“China es un gigante dormido. Déjenla dormir, porque cuando despierte, sacudirá el mundo”.

Napoleón Bonaparte.

 

“La burguesía, con el rápido perfeccionamiento de todos los medios de producción, con las facilidades increíbles de su red de comunicaciones, lleva la civilización hasta a las naciones más salvajes. El bajo precio de sus mercancías es la artillería pesada con la que derrumba todas las murallas de la China”.

Marx y Engels, Manifiesto Comunista.

Continuamos la aventura de La Casamata con este número dos, dedicado a China. Y empezamos en esta ocasión con dos citas muy interesantes. En la de Napoleón, el corso no llegó a ver lo que sí llegó a ver Marx: que la entrada de la burguesía extranjera –empezando por la británica, a través, por ejemplo, de las Guerras del Opio– en ese milenario “gigante dormido” era posible. La paradoja es que sean unos herederos de Marx, el Partido Comunista de China (PCCh), los grandes promotores del despertar de ese gigante y los protagonistas de su contraataque, dando la vuelta a eso que decían Marx y Engels sobre “el bajo precio de las mercancías” que “derrumba todas las murallas chinas”. El PCCh es el que ahora derrumba otras murallas, esta vez las de aquellos que les sumieron en el “siglo de las humillaciones”. Lo hace, además, no sólo con mercancías baratas, sino con mercancías con tecnología de punta.

Ese despertar y contraataque de China implica un montón de preguntas. En el terreno de la economía política: ¿es China un capitalismo salvaje gestionado por una burocracia estalinista?, ¿es un socialismo sui géneris comparable a la NEP de los primeros años 20 en la URSS?, ¿es una estructura económica compleja e híbrida, donde el capitalismo se encuentra subordinado a un modo de producción estatista que podría describirse como un modo de producción poscapitalista aunque no socialista?, ¿o simplemente es una variedad de capitalismo, como puede ser el socialdemócrata nórdico, el liberal anglosajón o el conservador germano, siendo en este caso un capitalismo de Estado asiático confuciano?

En el terreno de la política: ¿se rompe con China el mantra de la inevitabilidad de la democracia liberal una vez que se llega a un cierto nivel de desarrollo?, ¿se pone de manifiesto que un dictadura es más eficiente que las democracias?, ¿es China la venganza de Platón, Hegel y Marx contra Popper, en el sentido de que una “sociedad cerrada” (autocrática) se muestra como una alternativa y dura competidora a lo que este último denominaba “sociedades abiertas” (las democracias capitalistas)? ¿y si China nos hace revisar las clasificaciones de los regímenes políticos que hicieron los clásicos griegos como Platón y Aristóteles, y resulta que China pudiera ser una aristocracia o gobierno de los mejores frente a la plutocracia/oligarquía o gobierno de los ricos en occidente?

En el terreno de la sociología: ¿es China una dictadura? Siguiendo a Marx, sí, igual que ocurre en toda sociedad de clases y todo Estado, por lo que, independientemente de la forma o régimen político (más democrático o más autocrático o mezclas de ambos), la pregunta es cuál es la clase dominante de turno: ¿es la clase capitalista dominante en China o lo es una nueva clase profesional y directiva asalariada?, ¿cuál es la posición del proletariado y los campesinos?

En el terreno de la (filosofía de la) historia, una vez que el “fin de la historia” de Fukuyama se ha ido por el desagüe, y aunque por supuesto no tenemos la ciencia media como no la tiene nadie, y, por lo tanto, no se puede saber lo que el indeterminado futuro nos depara, a su vez sí que hay tendencias muy fuertes y, por supuesto, sus contratendencias y contingencias posibles de todo tipo. Frente a la filosofía de la historia de Hegel, que veía la modernidad burguesa como la racionalizadora de la historia con el despliegue del “espíritu absoluto” a través de ese “espíritu objetivo” burgués y el “amanecer del espíritu” como preámbulo de la historia, en oriente, concretamente China… frente a Marx, que consideraba el comunismo, traído a través de las revoluciones y las dictaduras del proletariado, como el comienzo de la historia frente a la prehistoria que serían todas las sociedades estatales y de clases tras el “comunismo primitivo”, siendo el “modo de producción asiático” (de nuevo el oriente y por supuesto también China) esa primera sociedad estatal y de clases… ¿puede devenir la China actual en el triunfo de una sociedad que implique una vuelta a ese “amanecer del espíritu” oriental de Hegel o ese “modo de producción asiático” de Marx, pero con las nuevas fuerzas productivas y la nueva clase como protagonistas?

Parafraseando a Weber sobre “el espíritu protestante del capitalismo”, ¿podríamos decir que “el espíritu confuciano del modo de producción neoasiatico” se perfila como el “movimiento real que anula y supera el estado cosas partiendo de las premisas existente”, que decían Marx y Engels sobre el comunismo?, ¿y eso no sería, al fin y al cabo, el culmen de la “racionalidad burocrática” de Weber como la característica esencial de la modernidad llevada a su máximo?

Y si seguimos al filósofo español Gustavo Bueno, concretamente su filosofía de la historia como “vuelta del reves de Marx”; es decir, la dialéctica conjugada de clases y Estados e imperios como “motor” de la historia, y, en su máximo, de imperios que, cuando vencen a otros, son los que hacen historia, ¿qué tipo de imperio es el chino? Dado que no se propone exportar su modelo económico-social-político-ideológico, su imperialismo no sería, siguiendo a Bueno, “generador” (como el macedónico de Alejandro, el romano, el califato omeya, el español, el francés napoleónico o el soviético) ni centrifugo; es decir, teniendo como límite todo el planeta y, por lo tanto, no busca reproducir sus estructuras e instituciones de todo tipo más allá de la gran muralla; en todo caso, busca que las demás sociedades giren a su alrededor y a su conveniencia. Se trataría, por lo tanto, de un imperio centrípeto: el “imperio del centro”. Pero, a la vez, tampoco parece ser un imperialismo “depredador” (el contrario del “generador”) como el persa, ateniense, mogol, otomano, británico, holandés, la Alemania nazi, la UE alemana como Cuarto Reich o el norteamericano, ya que con América Latina, África o Asia, a través de su presencia comercial, es mucho menos “depredador” que otras potencias, como las occidentales, ya que eleva el nivel de estos aunque no les hace ni busca hacerlos chinos o “nuevas chinas”. ¿Y si nos encontramos, de ahora en adelante, ante la decadencia del imperialismo liberal anglosajón, protestante, capitalista y depredador (antes, el Imperio inglés que venció al español y, después, el norteamericano que venció al soviético), que han dominado la modernidad capitalista, ante el emergente imperio estatista, socialista, capitalista de Estado y confuciano chino?